domingo, 22 de febrero de 2009

Carnaval, carnaval...

sábado, 14 de febrero de 2009

El blues de Lucifer

Digamos que estoy fascinado por la cultura occidental de finales del siglo XIX y XX. El caso es que me gustan libros como La bestia humana de eso llamado Naturalismo o el expresionismo de un viejo aduanero francés sobre selvas que nunca llegó a ver.




Luego llegaron las vanguardias.



Pero mi aventura comenzó mucho más cerca y fue con un detective pajero y borracho, propio de Bukowski. Sé que para muchos es unos de los grandes escritores inclasificables aunque próximo por tiempo y estilo a la Generación Beat, y para otros es el reflejo de un underground rancio. (Que os jodan y váyanse a la mierda)

(…) Esperamos y esperamos. Todos. ¿No sabría el psiquiatra que esperar es una de las cosas que vuelve loca a la gente? La gente espera toda su vida. Esperan vivir, esperan morir. Esperan en la cola para comprar papel higiénico. Esperan en la cola para recibir dinero. Y si no tienes dinero, esperas en colas más largas. Esperas para dormirte y esperas para despertarte. Esperas para casarte y esperas para divorciarte. Esperas que llueva, esperas que deje de llover. Esperas para comer y esperas para volver a comer. Esperas en la consulta del loquero con un montón de anormales y te preguntas si serás uno de ellos. (…)

Después llegó Céline y su soldado Bardamu, quién nunca llega a escapar de sí mismo, simbolizado en su país, su novia, su cultura... huyendo a África para regresar, si cabe, más frustrado y desolado.

(…) Fui a reunirme con Molly y le conté todo. Para ocultarme la pena que le causaba hizo muchos esfuerzos, pero no era difícil ver, de todos modos, que sufría. Ahora la besaba yo más a menudo, pero la suya era una pena profunda, más auténtica que la nuestra, porque nosotros más bien tenemos la costumbre de exagerarla. Las americanas, al contrario. No nos atrevemos a comprender, a admitirla. Es un poco humillante, pero, aun así, es pena sin duda, no es orgullo, no son celos tampoco, ni escenas, solo la pena de verdad del corazón y no nos queda más remedio que reconocer que todo eso no existe en nuestro interior, que para el placer de sentir pena estamos secos. Nos da vergüenza no ser más ricos del corazón y de todo y también haber juzgado, de todos modos, a la humanidad más vil de lo que en el fondo es.(…)

(…)Por mucho que me diese vueltas y vueltas sobre el pequeño colchón, no llegaba a conseguir ni el más pequeño momento de sueño. Incluso masturbándose en esos casos no se siente ni consuelo, ni distracción. Entonces es la verdadera desesperación. En ese oficio de dejarse matar, no hay que ser exigente, hay que hacer como si la vida siguiera, eso es lo más duro, esa mentira. (…)

También llegaron un periodista acid-head bajo el nombre de Hunter S. Thompson y su abogago, regresando de nuevo a yankilandia y sus drogas. (leáse miedo, LSD y demás psicotrópicos, televisión, sexo, etc)



Más tarde llegaron esos grandes novelistas Premios Nóbel made in Usa. Empecé con Steinbeck y acabé con el antiHemingway(lismo) formal combinándose con un monólogo interior directo de William Faulkner y su libro El ruído y la furia.

(…)Ella volvió a reclinarse sobre los brazos las manos abrazando las rodillas tú nunca has hecho una cosa así verdad
que hecho qué
eso lo que yo he hecho lo que yo hice
sí sí muchísimas veces con muchísimas chicas
entonces me puse a llorar su mano volvió a tocarme y yo lloraba sobre su blusa húmeda después ella tendida de espaldas mirando más allá de mi cabeza hacia el cielo yo veía una línea blanca bajo su iris abrí mi navaja
te acuerdas del día en que murió la abuela cuando te sentaste en el agua y tus pantalones

aproximé a su garganta la punta de la navaja
no llevará más de un segudo un segundo y entonces lo hago en la mía puedo hacerlo en la mía después
de acuerdo puedes hacerlo con la tuya
si la hoja es lo suficientemente larga Benjy está ya en la cama

no llevará ni un segundo intentaré no hacerte daño
De acuerdo
cerrarás los ojos
no así tendrás que apretar más fuerte
pon la mano ahí
pero ella no se movió tenía los ojos abiertos de par en par y miraba hacia el cielo más allá de mi cabeza
Caddy te acuerdas de cómo se enfadó Dilsey contigo porque te habías manchado los pantalones de barro
no llores
no estoy llorando Caddy
aprieta es que no vas a
pon la mano
no llores pobre Quentin
pero yo no podía evirtarlo ella apoyó mi cabeza sobre su pecho duro y húmedo yo oía su corazón latiendo firme y lentamente sin martillear y el agua que gorgoteaba entre los sauces en la oscuridad y oleadas de madreselvas que invadían el aire mi cuerpo descansaba sobre mi brazo y mi hombro.(…)

Y cómo todo es evolución y cambio constante he terminado con La cámara de niebla de Alfonso Xen Rabanal.

(…) ya todos estáis muertos... Por ello puedo contar la historia como me plazca...
Y la historia es lo de siempre... Nunca os habéis dado cuenta de que siempre es lo mismo lo que vivís... Cuando se os preguntó elegisteis castrar el recuerdo pues os aburría su eterna reposición... Aunque también sabíais cómo poder cambiarlo y lo obviasteis: era el camino difícil... Ahora sólo sois un puñetero círculo que se repite incesantemente... Os creéis que respetando las normas o contra normas del esoterismo materialista o religioso que impera alternativamente... podréis alcanzar la recompensa me da igual si en el parnaso que os venden aquí o allá... Me aburrís, de verdad... Al final todos me reclamáis y no os quiero, no me interesa el decorado, lo que sois... La Verdad está en otra parte y no es fuera... Sólo los que buscan romper ese círculo de máscaras y normas llaman mi atención...
Tú que me escuchas, también estás muerto... Y yo... Desde que soy el complemento, desde que tú me has hecho Sombra, el resultado de mi actuación suele ser la muerte... aspiro a ella pero no tengo Razón de ser en ella... soy vida y viví de vuestra vida... pero ya todos estáis muertos... Sólo ese, el poseedor del Duende en su mirada, el que intenta romper para avanzar, aunque esté muerto, sin saber porqué, aunque tampoco recuerde nada, pero una y otra vez lo intenta, por los siglos de vuestro tiempo, en vuestra mentira virtual... Ése posee la Verdad, la que tanto buscáis apartándoos de ella, ajena al Dogma, bien sencilla, ése, al que sin tregua, siempre que aparece, sin saber tampoco por qué, nunca os ha interesado, os lanzáis contra él como perros rabiosos y lo quemáis, lapidáis, extermináis... O lo intentáis comprar...
Pero si alguien, desde el silencio, busca... Y calla... Y sigue estudiando y penetrando en los vericuetos de las minas de sí y se aísla... A ese que no podéis comprar... ¿Qué hacéis?
Todo tiene un registro común... Todo parte de una misma palabra oída, olvidada y traicionada que cada cual se ha creído con derecho a decorar y encriptar en su olvido...
Siempre habéis dado muerte al portador de la palabra... Estigmatizando y expulsando a sus exégetas...
Nunca habéis entendido eso que llamáis vuestros Sagrados Libros... Aún menos hoy, que ya no sois capaces de leer ni de interpretar ni tan siquiera literalmente... Y os creéis engañados cuando vosotros mismos os habéis extirpado los atributos...
Vale... que sí, que son las dos de la tarde y me despierto ahora... joder... pero después de ver dos veces la serie de Scorsese sobre el Blues... sólo se me ocurre releer el ensayo de Andrew Delbanco "La muerte de Satán" mientras amanece... resultado: sueño con Lucifer sentado en un cruce de caminos cantando este Blues que transcribo literalmente, según fluye de mis ojos cerrados. (...)